Tuesday, July 24, 2007



ANOCHE

Soñé que estabas.
Te vi a lo lejos con el corazón radiante
y la sonrisa fácil.

Las calles de Antigua de escenario,
su empedrado viejo,
paredes amarillas,
aromas de cocina centenaria.

Y llegaste.
Rodeé tu cuerpo con mis brazos
y mis labios rozaron tus mejillas.

El aroma de tu pelo -el mismo, siempre-
la tersura de tu piel y tu acento dulce.

Nada fue tan real como el azul profundo de tus ojos.
Chispas de curiosa inquietud,
el mar insondable de tu mirada serena
y el aliento tibio de tu boca promesa para la otra vida.